miércoles, 4 de junio de 2008

De poder y fascinaciones

Me fascina rascarme el interior de las orejas
con un cotonete;
me fascina mirar las hojas verdes de los árboles
en un día ventoso;
me fascina mirar el mar
desde una distancia respetuosa;
me fascina analizar mis propios sueños
ni bien me levanto;
me fascina pisar la pelota,
mantenerla en mi poder y sentirme intocable;
me fascina escribir, olvidarme de lo que escribo,
y volver a reirme;
me fascina la cara de los niños
cuando descubren algo nuevo;
me fascina leer los versos oscuros de Lautréamont;
me fascina el recuerdo de aquella novia
que me mordía con furia esta parte de acá;
me fascina calentarme los pies
con una bolsa de agua caliente;
me fascina la cola de aquella vecina;
me fascina el sonido de las piedras de azufre
al pasar por mi espalda llena de aire;
me fascina cuánto puedo escribir
sin pensar demasiado;
me fascina el poder que tengo
al hacer que leas versos sobre mis gustos,
cuando de seguro no te interesan.
Ni siquiera a mí me interesan realmente.
Y eso me fascina.

2 comentarios:

  1. Buenazo, Darío, buenazo.Deberíamos formar un club, juntarnos y pasarnos piedras de azufre (cada uno la suya, a no confundir) por la espalda y oir ese ruidito tan lindo.
    Arriba.

    Ah, me olvidaba, en los autores recomendados, te olvidaste de Eduardo Galeano.
    TXUS

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  2. A mi me fascina reventar las burbujitas del nailon ese donde vienen las cosas nuevas y delicadas y rompibles. El ruidito que hacen cuando mis dedos las estrujan hacen que la vida valga la pena.

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