sábado, 24 de abril de 2010



No miré pa los costados,

y me llevó por delante un tren.

Venía silencioso,

con las luces apagadas.

No lo ví venir.

Me incorporo, un poco mareado,

y pienso en la escena aquella

la de la sala oscura y el yesquero

que se prendía una y otra vez.

Esa lucecita

que parecía irrumpir en esa oscuridad asquerosa.

Ese sonido. Esa llamita.

Ahora no hay nada.

Qué cosa esto. Que mierda.

La diferencia entre un desafortunado y un idiota,

es que el desafortunado

se da cuenta de su infortunio por sí solo;

al idiota se lo cuentan.

Que engañoso que es todo.

Qué difícil. No me gusta este juego.

Pero nos obligan a jugar.

2 comentarios:

  1. Ánimo!!! Si interpreto bien, es lo que me comentaste. No sé qué decir a más de ánimo.
    Bueno, despues de todo...se lo pierde. Piénsalo así.

    Aupa!!!

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  2. No,no. Estoy bien. Tengo ánimo. Pero de cualquier manera,ojo, el que "se lo pierde" soy yo.

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