miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sin quener

Leía recostado en el tronco de un árbol, a la sombrita. En la plaza, mayormente poblada por niños gritones y padres conversadores mateando, se estaba bastante bien. Una conversación, sin embargo, vino a sacarme del estado de aislamiento en el que me encontraba; un muchacho conversaba con una muchacha y aunque no podía dejar de mirar hacia arriba, asombrado por lo que veía, alcancé a escuchar el diálogo:

-¡Pablo! ¡Tu nena está gigante! Y qué linda, te felicito- decía la muchacha. El padre de la niña pretendía agradecerle, pero una sandalia enorme –correspondiente al pie izquierdo de su niña- había aplastado a la muchacha elogiadora.

-Fe sin quener papá- dijo la niña, asomando sus ojotes brillosos por entre las copas de los árboles.

1 comentario:

  1. Cuanta ternura. Me la imagine largando risotadas. Buen contraste ahi brutalidad ternura.

    como te pongo cosas criticas, estoy progresando en mis comentarios

    usé "contraste"

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