domingo, 3 de junio de 2012

Aurelio: apuntes biográficos (3)


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Más adelante coincidimos en lugares del barrio, en situaciones, en festividades, en rincones silenciosos y alejados, tantas veces que no puedo dar una cifra aproximada.
Forjamos una amistad, no estoy seguro cómo, ni cuándo, como sucede con las verdaderas amistades, y la conservamos hasta que decidió morir.
No nos veíamos muy a menudo. Nuestra relación, una vez comenzada mi juventud, se basó más bien en intercambio de correspondencia o en casuales encuentros sumamente disfrutables. Recuerdo cuando hace un par de años le comenté mi intención de escribir su biografía; recuerdo su carta de respuesta, amistosa y alentadora:

La concha de tu madre Darío; si llegás a escribir una biografía sobre mí te juro que te voy a atormentar por el resto de tus días, hijo de puta.

Saludos a los tuyos, y un abrazo para los muchachos.

Aurelio.
París, Francia.

Con un apoyo tal no podía hacer otra cosa que comenzar a escribir su biografía.

Como decía el final de su correo electrónico, Aurelio se encontraba en ese momento en Francia. No estoy seguro del año.
 Atesoro en mi memoria la razón por la que decidió viajar a ese país, y no a otro: “quiero ir a bañarme a Francia; específicamente, a París”
Durante su niñez Aurelio oyó a un familiar, no recuerdo si un tío o una tía, comentar que los franceses “son muy de no bañarse”, y que camuflan su falta de apego a la higiene con un asiduo uso del perfume. Esa idea lo impulsó a ir “contra la corriente” –una constante en su vida- y se fue a Francia con una mano atrás y la otra sosteniendo la valija.
 En París se dedicó a bañarse en cuanta fuente de agua encontró, horrorizando a turistas japoneses y convocando a su alrededor a lo más selecto de la policía francesa. Recorrió, según me dijo con orgullo, todas las estaciones de policía de la ciudad.
También me envió fotografías sacadas en los alrededores de las zonas más turísticas de París, pero, para mi sorpresa, ninguna contenía imágenes de los lugares, sino de los turistas que las estaban fotografiando en ese mismo momento. Fotos de holandesas hermosas, de japoneses sacando fotos, de más japoneses sacando fotos, de japoneses que mostraban fastidio por ser fotografiados mientras sacaban fotos, de japoneses enojados caminando rumbo a la cámara, y un par de fotografías en negro. Con cierta satisfacción Aurelio me dijo que es cierto el cuento ese de que todos los japoneses saben artes marciales.
Sin embargo, no todo en Francia fue constatación. También hubo violentos ataques de la realidad objetiva contra la France idealizada por Fagúndez. Esa idealización -que partía de sus lecturas de poetas franceses, también de Sartre, de Voltaire y en especial de su gusto por la historia de la Revolución Francesa -era extremadamente fuerte, a tal punto que alcancé a sospechar que fue a Francia por todo eso, y no por el gustito de ir a bañarse en lugares públicos.
Su desazón quedó registrada en un correo que me mandó poco después de aquel en el que me alentaba a escribir su biografía:

París no es lo que esperaba, Darío. No hay mimos en las calles, escasean los pintores de bigote y boina, no se perciben ni la solidaridad ni la fraternidad, no ruedan cabezas de reinas y reyes por las calles; y hay algo más desolador aun: hoy en día no hay reyes que decapitar.
Francia no es la misma.

Aurelio.
París, Francia.

10 comentarios:

  1. Francia es un país mestizo lleno de gente mayor que se acuesta a las siete de la tarde.
    A pesar de ello, o gracias a ello, París es la ciudad más hermosa del universo.
    Aurelio es demasiado exigente.

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  2. Aurelio buscaba una Paris que no existía para poder quejarse. Sin dudas.

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  3. Che, esto me hizo reir mal, capaz que porque no me lo esperaba, nose. Buenisimo!

    SH

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  4. Aurelio era, entre muchas otras cosas, muy ocurrente. :)

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  5. Como bien sabía Levrero, París no es lo que parece. Si uno tiene suerte, nunca va a ver realizados sus sueños.
    Lindo! (la primera parte es muy melancólica como para comentar; me gustó mucho mucho)

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  6. ¡Gracias! Los sueños de Levrero mejor tenerlos lejos, o a la distancia que uno se ponga el libro con respecto a los ojos,para leer.

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  7. Cra el aurelio cra

    che, me llego ya el texto y lo arranque a leer. Pinta lindo.

    Abrazo a la distancia!!

    Txus

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  8. ¡Bien! ¡Bien! y..¡Bien!

    Abrazo para vos y después contame qué te pareció.

    Salú.

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  9. Genial maestro! Ansioso por leer más sobre tan simpático personaje.

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