Jesucristo era nazi.
Se disfrazaba de Joseph Mengele
y con sutiles artilugios
me seducía y convencía
de dejarme atado a la cabecera de la cama,
para luego pegarme con
el látigo de la buenaventura hasta el hartazgo.
Jesucristo era sádico.
Antes de penetrarme con el espíritu santo
me daba constantes nalgadas
con el nuevo testamento,
que para mi dolor,
era de tapa dura.
Jesucristo era dominante.
Me decía lo que debía hacer
y lo que no;
ante su presencia, debía arrodillarme
y llamarlo “maestro”.
Jesucristo sufrió abusos de chico.
Al menos eso creo,
porque me hablaba de su padre
día y noche,
hablaba de culpa y prohibición;
hablaba de deseo y represión;
y de arrodillarse para
alabar a su padre “el señor”
Jesucristo era fan de las orgías.
Cuando tenía sexo con su padre,
Jehová,
lo hacía con testigos.
Testigos de Jehová.
Jesucristo era masoquista.
De última, se la tuvo que bancar;
tanto que me azotó en la cama
lo terminaron por crucificar.
Pero antes se la dieron bien dada:
latigazos, golpes, escupidas,
burlas, humillación;
¡ah, viejo pervertido,
como te gustaba ver
sufrir a tu hijo como
él me hizo sufrir a mí.!
Pero ya vendrá,
dice la biblia,
tu segunda llegada;
espero con ansias que regreses
para esposarme a unos barrotes
y darme bien fuerte la buena nueva.
¡Enredame en tus redes,
pescador de hombres!
¡Abofeteame con tus manos,
que son palomas de la paz!
¡Abofeteame, abofeteame!
Yo siempre pondré la otra mejilla.
Ah, bueno. Increible. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto. Ahora me da curiosidad saber cómo vas a hacer para superar esto.
ResponderEliminarMuy bueno. JAJAAJ, recuerdo esas canciones en la capilla. "Tus manos son palomas de la paz, tus manos son palomas de la paz, puedes tener la suerte de encontrar, en tus manos palomas de la paz..."; a la vez que uníamos nuestros dedos pulgares y movíamos nuestras manos cual si fuesen palomas (de la paz obvio).
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