Le había costado muchas horas de caminata y mucho más aun le había costado convencer a la gente con fiebre; bien se sabe que un afiebrado no acostumbra a vender su termómetro ni bien se ha tomado la fiebre y ha constatado que su temperatura corporal es alta. Pero pocos resisten la tentación de unos cuantos billetes a cambio de un aparato fácilmente remplazable invirtiendo menos plata de la que se recibe.
Raúl, con los quince termómetros marcando al menos 39 grados dispuestos en lugares estratégicos de su habitación, se tiró en la cama, satisfecho por saberse en condiciones de soportar el frío del invierno que se avecinaba
Vénese l´inviernu qui. Buen consexu!!!
ResponderEliminarAndate preparando, valor.
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