miércoles, 4 de septiembre de 2013

Yo ya tengo equipo



Tal vez sea una forma muy mezquina de decirlo
pero no encuentro otra:

no conozco nada en el mundo
que me sea más útil que mis amigos.

Hablo de esos a los que en segundos
les descubro señales de borrachera,
de nervios, de enojo, de tristeza;

hablo de esos
que han evitado decir algunos nombres
que me pondrían muy triste,
de esos que fingen,
o mejor aun,
que han olvidado por completo
la fecha de mi cumpleaños
y me dejan tranquilo
en esos días difíciles.

Son esos, los de allá,
los que se ríen libres
y no me juzgan por reírme solo.

Esos
con los que podría quedarme callado
durante horas
sin el menor reproche,
sin la menor culpa,
sin la menor incomodidad.

Esos que me pasan el vino
cuando más lo necesito,
y los que me lo sacan
cuando empiezo a hablar
del traidor Urquiza
o cuando estoy por llorar.

Esos a los que más me parezco
y que están ahí,
sin entenderme del todo,
para explicarme bien clarito
qué es eso de la otredad.


Esos, los que están más cerca,
los que me hacen entender
que siempre
estamos solos con nosotros mismos,
y que sin embargo
nunca niegan una carcajada
al unísono y desesperada.

Esos.

Dolina dice que en el barrio
para armar un cuadro de fútbol
uno terminaba siempre
eligiendo a sus amigos,
sin importar mucho cómo jugaban,
ni si iban a ganar.

Porque para perder,
mejor perder con amigos,

y ni te cuento para ganar.

Que me disculpen
Zidane, Riquelme,
Iniesta, Messi;


yo ya tengo equipo.