martes, 8 de noviembre de 2016

Sombras y zetas


Capaz no te diste cuenta
pero todo este tiempo
cargaste con sombras ajenas.

La luz de los faroles
que te alumbraban, apenas,
te hicieron seguir
por sombras ajenas.

Es que vas siempre tan cargada
con tus bolsos,
con tu historia,
con mis miedos,
con mis penas,
que seguro no te diste cuenta:

Cargabas con sombras ajenas.

Y ayer, de reojo,
por primera vez vi tu sombra:
era una,
era tuya,
era rara,
era intensa,
era auténtica.

Me descubriste mirándola,
absorto,
por primera vez.

Me hablaste
y entre el eco de tus zetas
me di cuenta
que no hubo escudo para tu voz.

Ni piel,
ni carne,
ni hueso,
ni nada.

Ahora decime, te toca a vos:


¿Son mías estas sombras con las que cargo yo?