domingo, 3 de julio de 2011

Una buena costumbre

Miguel estaba en el piso, con la espalda contra la pared, arrinconado. Las ventanas, firmemente cerradas, apenas permitían que se oyera el ruido de la lluvia torrencial y el zumbido del viento. Miguel sostenía la cuerda con sus manos temblorosas –el efecto de la morfina empezaba a desvanecerse- cuando unos golpes en la puerta interrumpieron la acción. Solamente podía ser Laura.

Lentamente Miguel se incorporó, dio unos pasos a tientas a través de la penumbra del lugar llevándose por delante un banquito, y finalmente logró llegar a la puerta para abrirla.

-Hola- dijo Laura, mirando la cuerda que Miguel aun conservaba en sus manos. -¿Otra vez?- preguntó, entrando al diminuto apartamento. Miguel se hizo a un costado y la dejó pasar. Luego, tiró la cuerda sobre la cama.

-Llueve- dijo Laura, quitándose el pilot empapado.

-Nunca voy a poder hacerlo si seguís viniendo- dijo finalmente Miguel.

Laura le sonrió y comenzó a calentar agua para el mate en la garrafita. Laura acostumbraba evitar que Miguel se suicidara. Además preparaba buenos mates amargos.

7 comentarios:

  1. Es extraño leer una historia y que aparezca mi nombre. :)

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  2. Espero que seas Laura y prepares buenos mates. Si sos Miguel estás medio jodido =/

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  3. Deberían generar una subrutina: ella hace un café de mierda y él se pega un tiro.
    Muy bueno.

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  4. La subrutina necesitaría de un requisito para ser tal: Miguel tendría que errar el tiro.

    Me alegra que les guste.

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  5. Estás escribiendo muy lindo. Me gusta mucho.

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  6. Pues muchas gracias Mariana. Tu no estás escribiendo, y eso no me gusta nada.

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