Cojo poco y pienso mucho;
eso es nunca
una buena ecuación.
El frío de la mañana
me distrae,
el solcito de la tarde
me contiene
pero las nochecitas,
interminables,
y silenciosas,
-¡mierda que son silenciosas!-
cada vez me entristecen más.
Es una tristeza agridulce,
o tal vez es amarga
y yo masoquista,
pero al final, ¿sabés qué?
Te termina gustando.
Estas noches son un sofá,
uno cómodo, profundo,
de esos que te hunden,
agradablemente,
cómodamente,
silenciosamente,
en su interior.
Mi luna es un techo.
¿Cómo no va a ser mi luna un techo,
si ya ni abro la persiana?
Hundido en el sofá
no se mira para afuera.
Che, anda bien el aurelio?
ResponderEliminarreportese hombre que se lo extraña
Aurelio está muerto. Yo de vez en cuando refloto sus poemas y los cuelgo acá. Él me dio esa potestad. =)
ResponderEliminarUna duda: ¿el solitario que labura de noche es melancólico de día?
ResponderEliminarYo yo, como dijo Felisberto, soy un burgués de la angustia.. jaja..
Por cierto, me gustan mucho las porquersías de este muchacho.
Saludos!
Debe ser difícil la melancolía diurna; la noche colabora mucho con el entristecerse. No tengo muy en claro como funciona el asunto.
ResponderEliminarSe hace lo que se puede. =)