sábado, 24 de septiembre de 2011

Un joven llamado Randall (o Randallismo múltiple).


Randall estaba sentado en una de las sillas rojas de plástico, con los antebrazos apoyados en la mesita de plástico, con todos los cubos rubick desparramados.
-¡Randall! ¡Tiraste todos los cubos al piso! – exclamó Randall.
-No, Randall, todos no. Algunos están aun arriba de la mesa- replicó Randall. Randall lo miró con una mirada temible. Pero Randall no le temió, y le dijo precisamente eso:
-Randall, yo no te temo.
-No se trata de temer- interrumpió Randall desde el otro extremo de la sala. –Se trata de respetar y de respetarnos.
Randall, que abría la puerta de la enfermería y entraba a la sala, se sorprendió de la imagen con la que se encontró.
-Randall…-dijo con tono de madre fastidiada con las travesuras de un hijo.
-Qué- replicó Randall, desafiante.
-¿Qué, qué? – le respondió Randall, con tono de buscapleitos.
-¡Una mosca!- exclamó Randall, señalándole a Randall la ubicación del insecto en cuestión.
-No hay tal mosca, Randall; es una avispa. Dejame que la mato.
-¡Por dios no! – gritó Horacio, entrando súbitamente a la sala.
Randall lo miró.
-Perdón. Claramente estoy sobrando acá- dijo Horacio, y se fue por donde vino.

6 comentarios: