De
Felipe Polleri en El pincel y el cuchillo.
“Tenía
las manos en sus nalgas. Pero ya habíamos terminado, y no pensábamos en nada.
Suspiré. Ella levantó el culo, saqué las manos y me tiré a un costado. Prendí
un cigarrillo.
-¿Querés
un sorbo?- dije, mirando el vaso.
No
me contestó. Se había acurrucado a mis pies, en posición fetal. Había una
mancha roja en la pared. Una de mis acuarelas. Un velero rojo. El amor, las
acuarelas, el vino. Horas robadas a la desesperación, pensé. Levanté el vaso y
brindé con el aire.
-A
veces pienso que la vida vale la pena- dije.
-Yo
también- dijo ella-. Es mentira.
Se
arrastró y apoyó la cabeza en mi hombro.
-Sólo
amor, ¿verdad?- dije.
-Sí-
dijo ella, con una sonrisa muy torcida-. Es sólo amor. Te cobran el alquiler
igual.”
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