Aquella mañana
Cuando él estaba agonizando en la cama, dos días antes de morir, me le acerqué y le pregunté:
-¿Estás bien?- y de inmediato me di cuenta que mi pregunta era estúpida. No estaba bien.
-Sí- me respondió. Pero había tosido sangre esa noche.
Ahora me doy cuenta que lo que debí preguntarle fue “¿tenés miedo?”. Y también pienso ahora que tal vez él ese día respondió, con su valentía habitual, a la pregunta que debí haberle hecho.
Tu sensibilidad me cohíbe. Lo dije
ResponderEliminarTe felicito, como siempre.
!!!!!!!!!!!!!!!!!
Liniers! Un genio.
ResponderEliminarBastante intenso me resulto tan pequeño relato..