miércoles, 28 de diciembre de 2011

Ama ganar (o anagrama: narcisismo y aburrimiento)

Abra, radio local:

la cabra dio lora,

al árbol, dio cara

¡Bala! La crió Dora,

la loba criadora.

Da calor, loba: ¡Ría!

Odiar al bar, loca;

Carol bailadora,

bailar o dar cola.

Ría: Lorca da bola.

¡Dio a la cal borra!

jueves, 22 de diciembre de 2011

Ventarrón

Miraba para afuera por la ventana
y me preguntaba,
y me pregunto,
en qué estarás pensando ahora
mientras yo veo acá, así, caer el agua.

¿Mirás por tu ventana con asombro,
con esa ingenuidad de las primeras veces,
los relámpagos esos
y las gotas que golpean los vidrios?

¿Sentís las ráfagas de viento
y oís las puñaladas finitas,
esos alfileres gotitas
que golpean el techo?
¿Te hacen erizar?

¿Sentís a lo lejos el zumbido del viento?
¿Sentís el olor a tierrita mojada?

¿No sentís la burla dulce y rencorosa
de las nubes grises,
justo antes de soltar su bomba de agua contra vos?

¿Sentís a lo lejos el zumbido del viento?
¿Sentís el olor a tierrita mojada?
Decime que sentís el olor a tierra mojada.
No me dejes sólo en esto, por favor.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Que los extremos son malos (te amo)

Yo te amo pero con moderación;
es profundamente apolínea
la brújula que guía
nuestra relación.

Que los extremos son malos
me han hecho saber,
y en excesos amorosos
no quiero caer

Te amo, pero hasta por ahí nomás
que del amor a la locura
hay dos o tres pasos
y no hay vuelta atrás.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Metametáforas

Hemos llegado al punto en que decir “no tenés corazón” literalmente- entiéndase “no posees un órgano que bombee sangre y te mantenga vivo”- es metáfora de “no tenés corazón” en tanto que “no tenés sentimientos”, que antes solía ser una metáfora de “no tenés corazón” en el sentido del primer ejemplo.

Se han invertido los términos. Se ha creado una metametáfora.

Esta metametáfora tiene tantos derivados que hasta da miedo: al decir, por ejemplo, que alguien es descorazonado, estamos diciendo, además de que sufre de una carencia de sentimientos –o incluso que es cruel-, que existe el verbo corazonar, por más que no lo usemos como tal. Se me objetará que puede existir un adjetivo sin que se deba deducir de ello un verbo; como no se me ha objetado aun, no me siento en la necesidad de justificarme.

El fantasma del descenso es un ejemplo claramente futbolero –que después de la poesía de telenovela parece ser el ámbito más propicio para la metametáfora- en el que intuyo un futuro similar. Los periodistas deportivos ante la cercanía de un equipo a la zona de descenso hablarán del nerviosismo, de la impaciencia de la hinchada, de la inminencia de la catástrofe: el fantasma del descenso vendrá a perjudicar al equipo en cuestión. ¡Lo mandará a la B! Tal vez en unos pocos años sea considerado, a la salida de las canchas de fútbol, como un ser que ya no es, como un espíritu, como un ser descorazonado, tenebroso, imprevisible, vestido con una sábana blanca como los fantasmas de Scooby Doo, como uno de los del Klu Klux Klan sin la capuchita ni los pensamientos horribles.

De corazón te lo digo, pero de corazón en serio, con el corazón en la mano, así, de corazón a corazón: la superstición medieval de origen griego que decía que los sentimientos se alojaban en la parte convexa del corazón ha llegado muy lejos. Desde la Edad Media hasta ahora. Muy lejos.

Es como seguir creyendo en dios.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Algún que otro inoportuno rayo de sol

Volví a caer

en este amanecer,

aferrado a la lapicera

con las baldosas sucias

de mi vereda

haciendo de papel;


ando cargado de cuentos tintos,

de imágenes rosado-dulce,

de indecisiones y laberintos

en cajas de cartón;


justo me vine a caer

en este extraño amanecer,

atragantado con sueños dulces,

por querer dormir de apurado,

por soñar, soñar y soñar sin masticar.


Ahora entiendo porqué no duermo:

de tanto abrirles el corral

se me van escapando los sueños.


¿Cuál de ellos va a desafiar al resto

y va a meterse de vuelta en mi corral abierto?


Sólo queda la vigilia policía,

otra mañana miliquera,

y la implacable represión

de algún que otro inoportuno

rayo de sol.