Los niños, cuando tienen miedo
se esconden,
se tapan la
cara,
cierran los
ojos,
se tapan
bien hasta arriba
con la
frazada.
Los más
grandes, cuando tienen miedo
abandonan la
frazada
y se
esconden tras sus hijos,
o tras una
planilla Excel,
detrás de la
cuota del auto,
detrás de
unas rejas,
detrás de un
portón,
detrás del
disfraz
de la camiseta
de la camiseta
de Peñaral o
Naciorol,
detrás de la
cerveza o el vino,
o detrás de
la receta
del
antidepresivo.
Yo, en
cambio,
me escondo
de la vida
recordándote
a vos:
tus gestos,
las
cosquillas,
tus miradas,
tus risas;
incluso tus
maneras frescas
de
esconderte de la vida
cuando la
que tenía miedo
eras vos.
Recuerdo, y
me escondo de la vida.
No sé si mis
miedos
serán los
mismos que los tuyos.
Pero quería
mentirte
y decirte
que en esto, no estás sola.