Escribir consejos.
Redactar una serie de consejos acerca de las cosas que se pueden hacer cuando la mujer que uno quiere no lo corresponde y encima anda con otro, es una buena forma de empezar. Sinceramente, me parece lo más natural. Si uno anda necesitado de consejos, ¿qué mejor que invertir su tiempo en hallarlos por sí mismo?
De nada sirven los libros de autoayuda o cualquier material del estilo, porque los pocos que han sido escritos con la voluntad de ayudar al sufriente son básicamente ineficaces. Sucede que cada persona reacciona de modo diferente ante situaciones similares. Un amor no correspondido, no se corresponde con ninguno de los demás amores no correspondidos; sucede que éstos son el producto de la interacción o de la acción de una de las partes de modo unilateral (cuando la mina te ignora), y por lo tanto, son subjetivas.
En otras palabras, si el asunto es entre individuos, las reacciones son también individuales, y por definición, distintas. Subjetivas, como decía.
Esa subjetividad, exacerbada, tal vez, me obliga a advertir que puede existir cierta relatividad en la verdad y eficacia de los consejos que pretendo brindar. Incluso en éste mismo.
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Jugar al Winning Eleven.
Una manera bastante entretenida de enfrentar la triste situación de no correspondencia es ocupar el tiempo que de otro modo se ocuparía en los menesteres amorosos con la mujer querida, jugando al play station. También puede recomendarse el mismo juego en PC. Incluso se puede utilizar otro juego, siempre y cuando se pueda conseguir un grado de adicción u obsesión con el suficiente poder como para desplazar a las urgencias amatorias.
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Consumir estupefacientes
En este punto se debe apostar a la apertura. Da lo mismo que sea una droga legal o ilegal, recetada o automedicada; el tema es engancharse con algo que a uno le vaya arruinando la vida de a poco. Entonces al mismo tiempo que se va creando una necesidad física y uno termina sintiendo cierta satisfacción al consumir la sustancia en cuestión, se sustituye el dolor de la ausencia de la mujer querida por la fisura en la espera a que se despierte de la siesta el loco de la boca y te venda de una vez; o lo sustituye por el temblor de manos al tomar la caja que contiene la tableta con las pastillas tranquilizantes minutos antes de acostarse a tratar de dormir por segunda o tercera vez en la semana. Y ya es viernes.
Ponerse ciego, lento, estúpido o directamente pasar durmiendo despierto, funciona durante un tiempo, pero no por más de uno o dos meses. Cuando el aparato anímico se acostumbra al sedante o estimulante, sea éste el que sea, deja de funcionar. El cuerpo puede sudar y temblar pidiendo la rayita o la pastillita, pero eso ya no es útil. La falta de ESA mujer volvió. Uno no se puede olvidar de lo que se acaba de acordar.
La mina no te quiere. Y encima sos un adicto.
Mirate. Sos una mugre.
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Leer compulsivamente
No estoy seguro si se trata solamente de leer compulsivamente, o si también se debe incluir el hecho de comprar libros con mayor asiduidad y apilarlos, auto imponiéndose determinados órdenes a la hora de leerlos. Ya sean éstos órdenes cronológicos con respecto a su compra o a su edición, temáticos, de idioma, o de género; a la hora de leerlos lo que uno está haciendo es sustituir la disciplina de pareja; usted está reforzando el super yo, en definitiva, poniéndose los límites normales que existirían si usted tuviese a la persona que no vamos a volver a nombrar para no hacerle sentir peor aun, a su lado.
Por otra parte no olvide, aunque esto le cause cierto rechazo al principio, y le suene solo a un consuelo tonto, que usted se está transformando en una mejor persona. Y eso es siempre bueno.
Yo, particularmente, prefiero ser mejor que peor. Es uno de esos caprichos que uno se puede dar, de vez en cuando.
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Fingir que a uno le interesan las anécdotas de sus padres
Desde tiempos ancestrales el ser humano viene escondiéndose de los problemas que lo afectan. O bien corre del mamut que lo persigue para matarlo y se esconde en la caverna; o bien se refugia en la cueva para resistir el frío; o bien le escapa al señor ese de sotana que le grita “hereje” con antorcha y cruz en mano; o bien le escapa al señor de verde con la metralleta; o bien le escapa al vacío y a la angustia del rechazo corriendo como un loco al vientre materno, o en el mejor de los casos, a la protección paterna.
Por favor trate de no meterse en el vientre materno.
Mantenga su dignidad, y por sobre todas las cosas, la dignidad de su madre. Uno, por más rechazado que se sienta, no tiene derecho a violentar a su madre de semejante modo. No hay que entrar siempre por el lugar desde el cual se salió. Nadie nos da ese derecho.
Con respecto a la protección paterna, poco más hay que decir de su utilidad; tal vez solo que un padre es todo lo que no queremos ser, y todo lo que indefectiblemente terminaremos siendo.
Y así ante la angustia y el dolor, acudimos a nuestros padres. Es una buena estrategia, si se usa con mesura. El equilibrio ante todo. Tal vez, producto del rechazo sistemático uno puede, en una de esas, llegar a sentirse mal, y querer hacer algo que lo haga sentir bien; ese algo puede ser escuchar a sus padres y sentirse bien con uno mismo, haciendo la buena acción del día, desprendiéndose de la molesta sensación de culpa.
Ellos tendrán mil anécdotas e intereses que para usted son una reverenda bosta, y hablo de esa bosta verdosa, espesa, olorosa y maciza; pero usted fingirá interés en esas cosas para obtener a cambio una momentánea sensación de seguridad, de certidumbre, una especie de regresión a aquella época cuando usted era un tipo normal que no había sido envuelto por los encantos de la mujer a la cual, por su bien, intentaremos no hacer más referencias.
Este consejo no tiene fecha de caducidad, siempre y cuando no se use de forma continua. De otro modo, al igual que con la droga, se pierde el efecto anestésico deseado.
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Emborracharse con sus amigos
Si hace falta romper las felices parejas que pueden tener sus amigos exigiéndoles que salgan con usted a tomar cerveza y a escuchar lo miserable que es su vida en lugar de ir a esa cena en lo de la familia de la novia, está en todo su derecho. Para eso están sus amigos; para ayudarlo a usted, arruinándose ellos. Como lo han arruinado ellos de algún modo, y en algún momento, a usted. La amistad consiste en sacrificarse por el otro como no lo haría por nadie más, y exigirles sacrificios a otros en pos de su bienestar como no se los exigiría a nadie más.
Tome. Tome mucho. Arruínese el estómago; llore, ría, cante retiradas de murga abrazando a sus amigos, filosofe sentado en el cordón de la vereda hasta que los vecinos fascistas llamen al patrullero y se tenga que ir a otra vereda, o en busca de otra cerveza. Exteriorice esa ignorancia de cómo funciona el mundo con aquellos que comprenden tan poco como usted, pero no les importa.
Porque son sus amigos.
Y por que les gusta tomar.
Al igual que algunas actividades anteriores, se debe realizar con moderación. Cambiar mal de amores por cirrosis, no es siempre el mejor negocio.
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Aprender a hacer helado de limón casero
Funciona. Debajo le extiendo la receta básica para hacer helado casero de limón. Tenga en cuenta que la clave para olvidar a la persona que prometimos no volver a mencionar, está en exprimir los limones. Cuando lo haga, imagine que los limones no son otra cosa que representaciones tangibles de la cabeza del novio de la mujer que usted ama, y el jugo de limón, su sangre. A mayor envidia, exprimida más potente; a exprimida más potente, más jugo; a más jugo, mejor helado; a mejor helado, más satisfacción momentánea. Y, en consecuencia, a mayor satisfacción momentánea, menor dolor perpetuo
Ingredientes:
Cuatro limones
Dos tazas de leche
Una taza de azúcar
Implementos:
Recipiente de plástico que pueda albergar al menos un litro de helado
Una cuchara de sopa
Un exprimidor
(no juguera porque sino se pierde el efecto catártico)
Al menos una taza
Un congelador
Procedimiento:
Llene una taza de leche
Vierta su contenido en el recipiente
Vuelva a realizar el mismo procedimiento, una vez más
Exprima los cuatro limones
Vierta el jugo de los limones en el recipiente
Revuelva la leche y el jugo de limón con la cuchara de sopa
Llene una taza con azúcar
Vierta el contenido de la taza en el recipiente
Revuelva nuevamente con la cuchara de sopa
Cuando el líquido esté espeso y con un color uniforme póngalo en el congelador
Espere a que se congele
Listo.
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