Cuanto más tiempo pasa,
claramente,
mi recuerdo de vos
pasa a ser más que nada
un recuerdo de mí;
es decir:
vos,
además de anécdotas,
miradas que no olvido,
perfumes,
recuerdos de felicidad al sol,
entre pastos,
o caminatas bajo la lluvia
sos, básicamente: yo.
O más bien
sos mis deseos
proyectados en tu recuerdo.
Poco a poco entonces,
me voy alejando
de lo que realmente eras,
para acercarme, tímidamente,
a paso lento pero inseguro,
a lo que soy yo. Hoy.
Esta es mi manera de despedirme,
no de vos, que ya sos otra,
sino de mí,
de lo mío que quedó
en el recuerdo que tengo de vos.