Llevé la pistola pero me olvidé de los auriculares. Cuando me di cuenta del olvido, ya había pagado el boleto y era tarde; mi economía no permite actitudes pequeño burguesas, como ser, bajarse del ómnibus para agarrar los auriculares y tomar el siguiente 582.
Acomodado en el asiento, con la mochila sobre mi falda, esperaba que lo inevitable sucediera. Y sucedió. Desde el fondo, un grupo de acaloradas hormonas sudorosas que daban forma a un adolescente, encendieron la musiquita en el celular, sin auriculares y a todo volumen.
Otras veces ni lo hubiese notado, porque suelo aislarme del mundo con mi musiquita y mis auriculares, inerte, sin molestar a nadie. Pero esta vez no tenía excusas, era la hora de hacerlo. Corrí la mochila, la abrí, saqué la pistola y caminé hacia el fondo del ómnibus. Nadie vio el arma porque todos miraban para afuera. Nadie vio ni oyó cuando le disparé al pequeño terrorista en la frente. A la vista de algún pasajero que mirara por casualidad, el adolescente parecería dormido. Con sangre saliendo de su cabeza, es cierto, pero dormido.
Apagué la musiquita y lentamente volví a mi asiento. Todo está en orden en el universo ahora.
"A la vista de algún pasajero que mirara por casualidad, el adolescente parecería dormido. Con sangre saliendo de su cabeza, es cierto, pero dormido"
ResponderEliminarJeje....me lo imaginé.
Igual, matar está mal.
Bueno Seba, matar está mal, pero ¿adormecer de un balazo?
ResponderEliminarMuchas veces me imaginé haciendo eso, digo, lo de adormecer a algún adolescente de un balazo...
ResponderEliminarIgual, lo que más me gustaría sería tener no de esos celulares super coso, con parlante como tienen ellos y ponerle a Led Zeppelin a todo lo que da...
¡¡¡Rock and rollnenenenen!!!
Mariana: Otra opción sería tener un celular cualquiera, y poner algo de motosierra, independientemente del volumen, va a tapar todo sonido humano circundante
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