Da asco ser mi propio
y eficiente cuerpo de gendarmes.
Da vergüenza masticar mi mano
para saciarme sin hambre.
Estimo triste merodear la vida
caminando por el cordón,
salpicándome con agua podrida,
solo de ocasión en ocasión.
Voy con los brazos cruzados
apretando el corazón,
llevo el disfrute entrecortado
como la respiración.
Voy en sorpresa permanente
y en permanente contradicción,
transgredo torpemente
para escaparme de quien soy.
Vomito mi bronca con frustración;
veo mi reflejo donde el vómito cayó
y entonces pienso que así soy yo:
un desperdicio espeso de algo mejor.
niño torpe :)
ResponderEliminarHola :)
ResponderEliminarTiene razón Aurelio de arranque nomás: que horrible es darse cuenta que uno se reprime.
ResponderEliminarY qué horrible no poder evitarlo. Y qué horrible lastimarse a uno mismo sin saber por qué. Y..y...y...y..
ResponderEliminarMe gustoooo......bello, bello el poema pequeñín. Aurelio me hace pensar. =)
ResponderEliminarOjo con ese hábito Miren...ojo..
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