La computadora está encendida.
El hombre termina de prepararse:
traje gris,
zapatos negros tan lustrados que encandilan,
chalina púrpura anudada al cuello
y pañuelo del mismo color
asomando por un bolsillo del saco.
Antes de tomar asiento, un último toque:
un poco de fragancia francesa
detrás de las orejas.
Estira sus dedos y los hace sonar.
Allá va,
de ventanita en ventanita,
va volando
el picaflor de msn.
ja!
ResponderEliminarEl perfume es altamente anacrónico.
ResponderEliminarHabría que prohibirlo.
ResponderEliminarProhibirlo en todas las circunstancias, digo.
ResponderEliminarAndaba buscando un relato que me había gustado mucho en el archivo del blog, pero no lo encontré.
Si podés, decime cuál era el relato que me había gustado mucho y dónde está.. ja..
taluego
¿Será "Castigos" tal vez, Oscar Wild? http://levrerista.blogspot.com/2009/07/castigos.html?showComment=1301686171512#c1864229703435042362
ResponderEliminarNo, ese fue el primero en el que comenté, al azar, porque todos me parecían muy buenos. Pero ahora me interesaba otro que recordaba vagamente.
ResponderEliminarEn fin, cuando tenga un rato sigo buscando, ya que te negás a proporcionarme la información :-)
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