No miré pa los costados,
y me llevó por delante un tren.
Venía silencioso,
con las luces apagadas.
No lo ví venir.
Me incorporo, un poco mareado,
y pienso en la escena aquella
la de la sala oscura y el yesquero
que se prendía una y otra vez.
Esa lucecita
que parecía irrumpir en esa oscuridad asquerosa.
Ese sonido. Esa llamita.
Ahora no hay nada.
Qué cosa esto. Que mierda.
La diferencia entre un desafortunado y un idiota,
es que el desafortunado
se da cuenta de su infortunio por sí solo;
al idiota se lo cuentan.
Que engañoso que es todo.
Qué difícil. No me gusta este juego.
Pero nos obligan a jugar.
Ánimo!!! Si interpreto bien, es lo que me comentaste. No sé qué decir a más de ánimo.
ResponderEliminarBueno, despues de todo...se lo pierde. Piénsalo así.
Aupa!!!
No,no. Estoy bien. Tengo ánimo. Pero de cualquier manera,ojo, el que "se lo pierde" soy yo.
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