lunes, 3 de octubre de 2016

Apuntes desordenados sobre el uso del etc



Hace tiempo me viene persiguiendo una idea que la circunstancialmente japonesa Amelie Nothomb explica mucho mejor que yo: “(…) y es tanto más extraño por cuanto todas las personas aquí presentes, inteligentes y que experimentan cierta simpatía, incluso amistad entre sí, no tienen absolutamente nada que decirse. Escúchelos. Es inevitable: más allá de los veinticinco años, cualquier reunión de seres humanos es una repetición.”

Se entenderá que tener esta idea en la cabeza cada vez que sostengo una conversación es un poco difícil de soportar. Entonces lo que hago es observar.

Como por ejemplo: el uso de la palabra etc está mal visto. Y no debería estarlo. A veces la usamos como muletilla; otras la usamos como facilitadora para poder elaborar ideas y eximirnos de enumeraciones tediosas; sea cual sea el caso, esos usos posibles del etc son secundarios y me  parece que haciendo un mejor uso de el etc nuestras vidas serían mejores.

El etc debería ser usado con más frecuencia. Eso estoy tratando de decir. Debería ser usado para el bien de la comunidad.

Por ejemplo: una muchacha responde a la invitación que le hace un muchacho de su trabajo: “(…) y vos siempre me hacés reír y tenemos siempre charlas muy interesantes, pero a mí no me pasa lo mismo que a vos, así que…Etc.”

Puede sonar cortante al principio. Pero conviene darle una mirada más profunda: ese etc impide que la mujer se vea en la obligación de justificar en detalle sus decisiones, cosa ya de por sí tediosa; por otra parte exime al hombre de estar en riesgo de oír esa crueldad –espero yo, involuntaria- en la que habitualmente caen las mujeres que rechazan: “pero podemos ser amigos.”
Detrás de esa sentencia se oculta el mutuo y profundo desconocimiento de los géneros y sus características.

Hay al menos varias decenas de usos del etc que serían beneficiosos para todos. Tenemos que usarlo más.

¿Qué cómo estuvo el trabajo hoy? “Ah, sí. Entré a las nueve y cuarto y, etc.”

Otro: “Opa, opa. Si te agarro ese orto, etc.”
Acá el daño tan solo se minimiza, lo tengo claro, pero el “etc” ayuda.

O por ejemplo: “(…) es por eso que con mamá estuvimos  hablando y, si bien nos amamos, a veces las personas que se aman no deben vivir juntas, así que papá y mamá se van a divorciar, etc. Te vamos a seguir queriendo y etc, etc.”

Todo lo que venga después de: “Mirá, Pablo, sos adoptado” debería incluir un etc en alguna parte.

Pero principalmente en esas reuniones de mayores de veinticinco años es que el etc debe tener un papel preponderante. No bien alguien diga “¿Se acuerdan de cuando…” y otro pregunte “¿Cómo era esa? ¿Cómo era esa?” con un entusiasmo alarmante por escuchar nuevamente la misma anécdota una vez más, un etc debería imponerse y la reunión debería ser disuelta de inmediato.

Ensayé tres tipos distintos de finales para este texto; no me convención ninguno. Había uno especialmente idiota que incluía la palabra “etc” y un final abrupto.


Pero preferí, etc. 

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